El Canciller Federal es el único miembro del Gobierno Federal elegido por el Parlamento. La Constitución le reconoce el derecho de elegir a los ministros al frente de las distintas áreas de gobierno. El Canciller decide además el número de ministerios y define las competencias de cada cartera. Tiene competencia directiva, es decir, fija las directrices de la política de gobierno. Concentra pues un arsenal de instrumentos de gobierno equiparable al poder de los presidentes en las democracias presidencialistas.
Para fijar las competencias del Canciller Federal el Consejo Parlamentario, órgano que adoptó la Constitución en el año 1949, se inspiró en el cargo del Primer Ministro británico. Este dispone de exactamente los mismos instrumentos de poder que el Canciller pero de hecho el poder del Canciller es mucho menor que el del premier británico. En el sistema parlamentario de Gran Bretaña por norma solo gobierna un partido, porque el sistema de representación mayoritaria británico favorece al partido más fuerte. En cambio, en el Bundestag por regla general ningún partido alcanza la mayoría suficiente para gobernar en solitario. Por eso para elegir al Canciller se necesita una coalición, es decir, una alianza de partidos.
La elección del Canciller va precedida de intensas consultas entre los partidos que aspiran a gobernar juntos. Al partido más fuerte de la coalición de gobierno se le reconoce el derecho de cubrir el puesto de Canciller Federal. Además, los partidos acuerdan el programa de actuaciones para la legislatura. Los resultados de esas negociaciones de coalición se consignan en un acuerdo de coalición. Una vez dados estos pasos se procede a la elección del Canciller Federal. Las negociaciones entre los partidos de gobierno preparan y acompañan las decisiones del Gobierno Federal. Si las coincidencias políticas se agotan antes de que finalice el período de sesiones del Bundestag, se ofrece como salida el relevo del jefe del ejecutivo.
El Canciller Federal puede ser depuesto mediante el mecanismo de la moción de censura constructiva, que exige la simultánea elección de un nuevo Canciller. Esta forma activa de retirar la confianza parlamentaria obliga a los partidos representados en el Bundestag a formar una nueva mayoría gubernamental viable antes de derrocar al Canciller. Pero el Canciller Federal también puede plantear en cualquier momento al Bundestag la cuestión de confianza para comprobar si sigue gozando del respaldo irrestricto de los partidos de gobierno. Si el Canciller pierde la votación de confianza, es decir, si parte de la mayoría gubernamental le vuelve la espalda, el Presidente Federal puede disolver el Bundestag y convocar elecciones anticipadas, o bien instar a los partidos representados en el Bundestag a que intenten la formación de un nuevo gobierno. En la historia de la República Federal de Alemania nunca ha habido derrotas auténticas en una votación de confianza, pero sí, concretamente en tres ocasiones, derrotas pactadas: los diputados de los partidos de gobierno o los ministros se abstuvieron en la votación respectiva con el propósito de derrocar al gobierno (1972, 1982, 2005). Se siguió esta vía por ser la votación de confianza el único mecanismo admitido por la Constitución para lograr la celebración de elecciones anticipadas.